Su nombre es el tarot, es una bella ciudad. Curiosamente así la conocí, por el tarot y por una ciudad. Es bastante vivo ese recuerdo en mi cabeza, una tarde lluviosa, amigos en común y unos deseos inmensos de entablar una conversación con aquella chica que desde hacía varias semanas se había convertido en objeto de muchas conversaciones de la cuales había sido participe.
"Es muy bonita" "Debe ser hippie" "Es muy fresa" "Me da igual" "Quisiera que fuera mi novia" "Es muy como no son todas las chicas de por aquí"
En lo personal, no me hubiera interesando hablarle si no fuera por un pequeño detalle: se parecía mucho a la misma amiga que estaba sentada con ella aquella tarde de lluvia. Pero fue su nombre lo que me finalmente me convenció a hablarle.
"¿Marcela? ¿Cómo el tarot?"
Fue lo primero que le dije y a decir verdad, el conjunto de su nombre, una noche lluviosa, el libro que llevaba en mi mochila (El Maestro Y Las Magas de Alegandro Jodorowsky) me hicieron ver que algo en el destino nos había llevado a ese lugar.
"También hay una ciudad con ese nombre... es un nombre muy bonito, místico... como tu cabello"
Solo escuche risas de ella y un espectral silencio de los presentes... así comenzó todo.
Las siguientes semanas fueron distantes. Tardaron meses antes de que realmente tuvieramos una conversación de verdad y cuando uno habla con ella, no tarda mas de 10 palabras en pensar que todo lo que dicen de ella y que toda relación con el misticismo de su nombre son puras falacias, pero se necesita una verdadera conversación para darse cuenta que posee una aura mas enigmaticas de lo que sus propias palabras piensan.
Tal ves sea esa la razón por la cual me esforcé, aún en la depresiva época adolescente que llevaba en aquellos días en mantener una relación mas que superficial y de la cual actualmente puedo presumir.
No fue solo su espectral apariencia que esconde a la perfección, fueron sus ojos los que me convencieron de estar haciendo lo correcto al buscar su amistad. Cabe mencionar que su figura es la de una persona bastante dócil y que lo primero que resalta a simple vista es su cabello, tan diferente a su cuerpo, largo y de apariencia suave, en suma, ella es como uno de esos osos de felpa que te regalan cuando eres niño.
Fue con esa apariencia de niña, con la que alguna ves mi miro con uno de los pares de ojos mas fuertes que jamás he visto. La mezcla de la tristeza alimentada por un sol de alegría que en su desesperación de novela de amor, sabia reír y sabia no dejarse vencer tan fácil. Eran unos ojos que en su cuerpo de niña, que en un cuerpo que había sido catalogado como enfermo, habían encontrado fuerza suficiente para no solo seguir viva, sino para reflexionar, para hacer reflexionar, para vivir y hacer vivir.
Así fue como ella conquisto esa parte en mi corazón que nunca dejara de quererla como una de mis mejores amigas, como la amiga que, de la misma forma que se preocupa por ella, se preocupa por los demás.
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