Se supone que aquí va algo relacionado con mi vida. Esa es la idea, pero mi vida es tan vacía y aburrida que no considero importante escribir sobre ella... En su lugar hablare sobre la vida de mi otro yo, el pretencioso que desea con toda su alma ser un artista, una persona que ama tanto, que es sensible y nunca se detiene para cumplir sus metas, una persona con una paz interior que rivaliza con la de los mojes, que odia la violencia y siempre arregla las cosas. Su único problema soy yo, pues al contrario de él, soy tímido, odio la música y en general las artes, muy reservado, holgazán y algo tonto. Siempre me ha parecido increíble que yo sea el que en este... llamémosle matrimonio, sea el dominante, por que ciertamente soy muy débil comparado con Él.
Recuerdo el día que lo conocí, era un veintitantos de septiembre, algunos días después de mi cumpleaños. La tarde parecía más sacada de una noche de abril en Acapulco que de una tarde de septiembre en la capital. Para que entiendan mejor, ese día me era imposible tocar algo, principalmente alguien, sin que mi piel se quedara pegada a ese objeto o persona.
Da la casualidad que en el camión que me trasportaba a mi casa, se subió una persona a quien secretamente había amado por mucho rato. Yo estaba paralizado y me paralice más cuando se percato que el asiento junto a mi era el único vacío. Me pidió permiso para poder pasar y con movimientos semejantes a los de un borracho, me pare y la deje pasar. Ahora que lo reflexiono, tal ves fue una suerte que esa tarde hiciera tanto calor por que de lo contrario se hubiera dado cuenta que yo sudaba de nervios y no de calor.
Fue justo cuando me decía que era un marica por no aprovechar esta oportunidad, cuando Él apareció. Mi cuerpo (que ya no era mío sino de Él) dejo de sudar y giro la cabeza hacía ella preguntándole por su nombre. Me di cuenta de inmediato que era realmente otra persona, por que yo llevaba sabiendo su nombre algunos meses y Él parecía ignorar por completo lo que yo ya sabía.
No sé con exactitud cuando, pero ya se comenzaban a reír. Eso si, Él recordaba a la perfección mi número, hasta mejor que yo. Lo que en verdad me hizo enfadar, fue que la invito a salir y ella muy gustosa de la vida acepto e incluso lo invito a comer unos tacos.
¿Como era posible que ese yo fuera mejor yo que yo? Vaya, ahora me duele un poco la cabeza de pensar en eso, volviendo a la historia, hice todo lo posible por tomar el control de mi cuerpo... O del suyo... ¿o nuestro? Bueno, lo importante es que trataba de mover los dedos o pararme, pero todo era inútil y me convertí en un silencioso observador de mi propia vida.
La nueva pareja ya se había bajado del micro e incluso ya estaba pidiendo uno tacos de suadero. No puedo negarlo, tenía hambre y por algunas mordidas amé mucho a Él, pero no podía dejar de pensar que se estaba quedando con la chica que me gustaba, así que comencé a planear un plan para hacerme de mi cuerpo de nuevo.
Conforme el sol se ocultaba detrás del bello cerro del Ajusco, las cosas iban subiendo de temperatura en la mesa de mis dos nuevos amigos. Los recuerdos de la secundaria, vivencias infantiles, algunos chistes y otros tantos comentarios sobre el clima tan raro hacían su aparición en la mesa, intercalados de algunos silencios que eran adornados por miradas cruzadas y silenciosos suspiros.
La comida se terminaba con tal lentitud que en dos ocasiones tuvieron que mandar a que les calentasen la orden. Fue en el último taco cuando decidí echar manos a la obra. Mientras Él mordía su taco campechano y sin que se diera cuenta, tome el control de las piernas, luego mientras escuchaba atentamente la historia de como había muerto el gato de ella, tome su brazo derecho. Ahí me di cuenta que Él es zurdo, por que tomo lo ultimo que quedaba de su taco y se lo llevo a la boca. Esa era mi señal, tome el control de todo mi cuerpo. Pero sin darme cuenta escupí a la cara de ella toda la longaniza y suadero que tenía en mi boca. Totalmente indignada se paro del asiento se fue gritando que nunca le volviera a hablar. Una voz en mi cabeza, que por fin era mía, y que reconocí de manera intuitiva como la de Él, me hablo por primer y única vez: "A la próxima tu invitas a la chica y yo los tacos".
Creí que se refería a que él podría cerrar mejor, pero en realidad lo decía por que aquella belleza me había dejado la cuenta. Esa noche llegue a casa con los bolsillos vacíos.
Si, así fue. Y desde entonces siempre que estoy en aprietos trato de buscarlo. La mayoría de las veces lo encuentro pero es tan fuerte y sensible, que odiaría obligarme a escupirle a otra hermosa señorita.
Ese es el trozo de vida que hoy les quise contar. Puede ser cierto o no, lo único que les puedo asegurar es que aquella chica si existe y que cada ves que la veo mi corazón suspira y mis mejillas sonrojan por la terrible pena de haberla ensuciado. Y que al alejarse hago una oración al viento, pidiendo que me haga menos tímido, más sensible y sobre todo, ser más como Él.
muy bueno es el primero que leo y me gusto y para que sepas quien soy juego en el bite s2 soy abbaddon bey
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