El agua escurría por mis manos. Un frío cristal que movía a todo mí ser. Enfermo continúe creyendo que mis ojos no me engañaban. Pero ver aparecer tu sombra, fue el espectáculo que me llevo a aquel lugar. Cuando todo el agua toco el seco pasto, vi irse a todas mis tristezas y sonrisas. Desde niño había juntado mis lágrimas y ahora las dejaba irse, solo para sanar una herida que nunca había sido abierta.
Y mis ojos te vieron, un reflejo de mi propio ser, pero de aquel que había sido olvidado, sepultado por la carne y la piel de la vejes. Agache mi cabeza para no sufrir mas, para no ver al ángel que venía por mi alma. Simule palabras para confundir al dolor, y baje la cabeza, hasta enterrarla donde comenzaba a sembrar mis melancolías.
“Abrir”. Esperar por todos los siglos y buscar en ellos el significado de mi propia extendía. “Sube”. Aferrarme a mi alma no es pecado, es ser libre, libre de ti y de tu pureza. “Abrázame”. Eres la sombra de mi pasado, eres el sol que por tanto tiempo quemo mi rostro indefenso. “Me voy”. ¡Te necesito!
Tome la botella y la llene de mi dolor. Me arrastre y toque tu mano. Solo necesite un instante para saber que toda mi vida era nada y que no cabría en un pequeño criztal.
“Mírame”. Aún puedo sufrir mas, esto no ha sido nada. Todavía eres papel que crece de mis ramas. “Sonríe”. Lo haré cuando te alejes, cuando estés tan lejos que te pueda sentir con todo mí ser. “Olvida”. Maldito a siempre recordar es mi herida, aunque tu santa alma me torture con la salvación.
El calido beso de tu boca hizo frágiles a mis brazos. Caí, muerto, sin vida, sin aliento, ni calidez, sin oportunidad de un último estertor. Ángel de blanca alma, tu dulce compañía, quemo mi enferma vértebra. Y ahora vacío, sin tocar tu corazón, en una pesadilla que me devoro, le digo adiós al lugar donde sembré mis sonrisas, y al que nunca volveré para no verte a ti.
“Calla” “Desea” “Siente” “¡Bésame!” “¡Revive!” “Vuelve a alzar el vuelo para que vea tu cabello jugar con el viento, pero no huyas de mi, no sueñes con dejarme, no alucines con el final que aún no se ve el horizonte, que aún es de mañana” “Regresa”. No, mi lugar esta con el lamento y la risa, sepultado en tus recuerdos, sembrando mis penas.
Transpiraras tu propio llanto, tu propia risa. Y con un suave movimiento lo juntaras todo, lo derramaras. Algún día, es este pasto seco, algún árbol nacerá. Y las Aves vivirán en el, las serpientes anidaran en su interior. Las sombras tendrán donde juguetear felizmente.
Recoge mis cenizas para llenar el vacío que mi alama creo. Ahí donde todavía no sale el sol, donde comencé a sembrar, donde mi vida callo en pequeñas gotas de agua.
“Enfréntalo”. Mi Amor, ya no es suficiente, yo ya he sido. No volare con nadie, y ningún ángel me querrá ver. Y este último silencio en mis pupilas será el silencio de tu misma felicidad que me ve partir. No lo guardes, no dejes que escape de tus calidas manos.
“Cargar con un vivo muerto, es volar al Estigia. Acortando el tiempo para pagar y dejar la tierra infectada”
El frío líquido escurrió por mi mejilla. Volvía a pasar. Volvía a mi guarida. Regrese a la madriguera donde críe mi lamento, donde entrene mi risa, donde comencé a soñar con tu próxima venida.
“Adiós”
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