lunes

El Manicomio 5

Con los ojos hinchados. Los días perdidos del Dr. Lofi


La noche no tardo en caer...
Los días en aquel entonces eran cortos. Vivir no parecía valer la pena... el doctor que había perdido a sus pacientes decidio abrir el cuaderno que Ikaro había dejado ante de marcharse por ultima ves.


...Muerte sadista, ardiente de morir. ¿A donde irás ahora que la feria de fenómenos a terminado?
Ahora que la noche es casi eterna y dejas todo tu descanso. Ahora que el hombre transparente a muerto diciendo la verdades que había dicho desde niño. Te pondrás a volar por el mundo desperdiciando tu talento para asustar niños en sus cunas. Rodearas el Sena, el Nilo, El Bravo, El Amazonas buscando la cura a tu trabajo. Muerte, mi querida muerte...

Espero por la noche que dura un café mientras escucho el maullar de un gato pardo en la terraza. Escribir. Golpear con las suaves yemas de unos dedos desacostumbrados al trabajo. Golpear la conciencia.

Anda tú, el que esta leyendo estos ni acaso susurros. Coje el arma, la primera que encuentres, matame de inmediato para poder estar en paz. Para poder llorar en la noche en que la muerte no me quiso visitar. Anda, ve a tocar un piano roto y desafinado que murmulla el prematuro atardecer de un cielo que derrama lágrimas porque la pobreza asecha a los que no duermen.

Hace mucho deje lo onírico. Hace mucho que mi cuerpo... el poco cuerpo que aún conservo se mantiene en píe. Veo el mundo caminar las rutas definidas por la explosión del destino. Observo como somos un contrato que deberíamos abandonar por vivir en un centro comercial.

Su lengua. Su lenguaje. Sus movimientos de motor que nos remiten a una noche de niño cuando veíamos a nuestro padre huir de una familia horrenda. Abandonemonos al sueño de una bonita película. Ahí, en el celuloide o en la celulosa de los libros. Vivamos juntos todos en ese lugar para dormir un poco, solo un poco mas de lo que ya no dormimos...

Muerte, amiga mía, seductora risueña de blanca sonrisa con esmalte color amor. ¿Sabes bailar? Entonces concédeme esta pequeña pieza de bolero ingles. Deja que coloque mi cabeza en tu hombro para descansar en tus piernas. Mejor tuyo que de la vida...

Llegamos al final del día que dura una hora y media. Los duendes bailan a nuestro al rededor y quienes solo observan nos piensan con estocadas matadoras por todo el cuerpo, llenos de la aguja matadora que derribo al caballo del pobre cuento Rulfiano.

Por mucho tiempo viví en los cuentos de Juan Rulfo. Me perdí en algún indice bibliotecario y ahora vivo entre los muros nómadas de los que huyen como papá.

Son 20 días con 19 noches las que pase a su lado lamentándome estar en el lecho de la muerte mas maldita. Pero su rostro color locura... lo lamento querida mía, no puedo seguir fingiendo mis libros, ni mis historias. Mejor consigue una orquesta que te haga feliz. Yo no puedo hacerlo...

Corrí y corrí. Asesine con el cuchillo oxidado más filoso que encontré a mi corazón... aún estoy sangrando del dolor que planeo eliminar. Hoy, día séptimo de mi viaje, creo encontrarme un poco mas cuerdo, creo poder hablar un poco más. Articular palabras siempre ha sido lo mas difícil de existir, pero solo deseo que se escuchen 6 de las tantas que cualquiera podría decir: Hoy tengo el valor para morir.

El doctor no quiso seguir leyendo. Recordó su nombre, su vida, la huida cobarde de su propia existencia, antes de despertar, antes de volver a casa con su ahora intento de familia feliz, antes de terminar en la cuerda floja en que su otro yo se había dejado caer, decidió llorar por un momento, por el momento ido, por el momento en que perdió a su familia, a sus amigos... por el momento en que decidió que esto acabara.
Salio de su despacho, camino por los pasillos que otrora época de hermosa ignorancia llena de la inocente e infantil felicidad había amado con todo su corazón. Llego al cuarto maestro. Abrió las celdas y apago las luces esperando que alguien llegara y todos se fueran. Nada de eso paso. El doctor dejo su bata de la misma ritual forma en que siempre lo había hecho. Se desnudo y fue a su oficina para dejar en la recepción su teclado. Toco una nota. Luego un acorde. La melodía nunca llego. Un cuchillo largo y oxidado le corto la vena yugular. El acorde continuo, continuo hasta verlo morir.

2 comentarios:

  1. No sé...hay cosas que como que me saltan, pero en general es una idea buena y esta bien llevada, nomás acuérdate d el decálogo del cuentista de Horacio Quiroga, quítate de unos lugares comunes y procura atrapar al lector desde el principio, a mi me atrapó como por en medio...pero bien, bien

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  2. Estaba releyéndolo y me acordé de pronto de la de Watchmen, cuando está encerrado Roschach( o como se escriba) ¿ ya la viste? a mí me gusta mucho también el cómic, ¿sabes? si la industria del cómic no estuviera tan jodida en México serías buen guionista, así como Jeff Smith, Erick Larsen, Jhon Romita, o vamos, los choteados, Frank Miller y Alan Moore ¿no?

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