Y pienso que no podré hacerlo, que no lo conseguiré, que esta vez he sido demasiado ambicioso, aún más que todas las demás pobres e idiotas veces que lo he intentado.
Mis dedos lo hacen sin que yo quiera. Tiemblan mis manos. Es el piso el que se mueve y me hace dudar, la noche la que se derrite quemándome con sus lunas y sus estrellas, mi pecho implosionando y sustrayéndose en el minúsculo espacio que ocupa en la realidad del universo…
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